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¡Urdir quiero, en el «amor» sin fundamento!
A propósito del amor y la amistad que suele celebrarse ahora el 14 de febrero, quiero resaltar aquello que hemos de evitar cuando nos enamoramos. Desde luego que es mi punto de vista y quizá hay quien no esté de acuerdo. En efecto cada uno tiene su propio concepto del amor. Sin duda que todas coincidimos con Shakira, pues una traición es tan dolorosa y de mucho aprendizaje, mucho que reconstruir y otro tanto que perdonar, pues perdonando es como sanamos y soltamos; así avanzamos. Apenas es el segundo mes del año y no podemos permitir que nuestro corazón ya guarde rencores, soltemos y conspiremos.
¡Complot en contra del falso amor que nos siembran en el trance de la vida!
Siendo así. ¡Mujeres! Construyamos un conjuro. Que se puedan transmitir en las generaciones, puntos clave para evitar el sometimiento.
¡No! Si te duele, no es amor.
¡No! Si te resta, no es amor.
Si te humilla y te esconde, tampoco es amor.
La dignidad, el merecimiento y plenitud son el fundamento. ¡Conspiremos mujer! Porque no ha de ser sin ti que te enamores. Hemos de saber coexistir sin perder nuestra singularidad.
¡Insidia! Vomitemos al príncipe azul creado. Rompamos con la ansiedad de la llamada, del mensaje por whatsapp. Que si llego un like por facebook o que ni siquiera un encorazona en instagram me ha testeado. ¡Basta!
Que no te cautive la mente. No te dejes aprisionar. Que el amor no se mide por las llamadas o los saludos, más sí por fundamentos. Cuida de no ser su «velita encendida», por si acaso.
Deconstruyamos el amor. Maquinemos bases concretas para amar y permitirles amarnos. No aceptes a quien no cumpla con los requisitos de un amor con fundamento. Aquel que tiene principios, respeta y es íntegro. Aquel que admira tu ser mujer y se esmera en eternidad. ¡Conspiremos!
Yo conspiro escribiendo y he aquí un escape de mi mente debrayada cuando estoy enamorada: Tengo un pesar, me he enamorado en un tiempo inadecuado a mi edad, de una juventud que destila madurez, de un hombre que casi ha dejado de ser niño, quizá yo tenga serios problemas, por eso digo que mi mente esta debrayada. Pero, cómo no enamorarme de esa voz, de esos ojos, de esa espiritualidad y a su vez de esa mundaneidad.
Locura más bien. Que pesar el mío. A mi edad debería de poder renunciar a esto; pero me pierdo en su melosidad, en su encanto, en el “no sé qué” que los de preparatoria sienten cuando se enamoran. A mi edad debería saber dominar esas mariposas, pero me dejo fluir, su perfume se impregna en mi memoria y le recuerdo por las noches, por las mañanas y por las tardes. A mi edad, me sorprende sentirme así. No, no estoy loca, pero quisiera retornar en el tiempo y volver a nacer hace 20 años. Ahora tendría su edad. Qué locura, que tempestad. Ardiente deseo, mismo que no puedo permitir satisfacer, sería una locura. Ganaría solo un placer de momento, y luego, tendría que seguir deseando otro momento más y así se irían mis días. Mejor conspiro, escribo y me lleno de su ser, de mis ganas de él. En consecuencia, seguiré conspirando por el amor, aquel que no me debraye la mente ni me desgaste en emociones. Para no salirme del tema, sigamos conspirando por el amor con dignidad; un amor que no tenga fecha de caducidad, que con el pasar de los años mejore como el vino. Aquel que no se deje seducir por la banalidad del mundo, que comparta contigo sus sueños y su realidad. Aquel que se inspire en la anatomía de los años. Que no permita se agrieten las vasijas y resane cada imperfección con sus cuidados. Que utilice palabras dulces y gestos admirables para conquistarnos día a día y todos los días. En definitiva que sea sin fecha de caducidad.
¡Conspiremos mujeres!
Grissel Aralia
Artista