Cuernavaca, Morelos
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Hace unos días escuché una entrevista al escritor Txumari Alfaro, sobre su libro « La belleza entra por la boca». Pensé en la comida, en lo afortunados que somos de tener alimento para hoy pese a la situación que atravesamos. Es menester dar gracias por los bocados que llegan a nuestra boca.
Estoy comiendo cacahuates y galletas justo ahora que escribo estas líneas, me cuestiono sobre la dieta para mantener la salud y belleza.
Conozco personas inconformes con su cuerpo, piel, edad o apariencia. Yo misma me he sentido en ocasiones una deformidad.
Leer que la belleza entra por la boca, me hizo recordar la cita bíblica en Mateo 12, 34 » Porque de la abundancia del corazón habla la boca». Y es que «la belleza de los objetos reside en la mente de quien los observa» según David Hume; estoy de acuerdo con él, aunque pienso que la belleza va más allá de cómo te observen otros, pues su especulación viene desde adentro de ellos y la palabra revela los sentimientos e intenciones.
No obstante, la humanidad somos muy hábiles y nos las ingeniamos hasta para simular otro interior aparente.
Analizando mi proceder y el de algunos a mi alrededor saqué mis conclusiones: la forma de asumir cada situación con la mejor disposición, ahí radica la belleza.
Claro, que los otros dos conceptos suman a este tercero. Definitivamente abrí de nuevo la Biblia y encontré lo siguiente: «Cada uno tiene la custodia de su corazón para que no quede esclavo de sentimientos dañinos que nos roban la vida. Estar alerta a todo lo que permitimos entrar y atesorar en nuestra alma.« Proverbio 4, 23.
El corazón es el asiento de las actitudes, emociones e inteligencia. La belleza que emana del corazón es la verdadera belleza. De nuestro interior salen los buenos y los malos pensamientos. Hay que saber gobernarnos para ser bellos. Una buena selección de alimentos nos permite la belleza externa y bienestar del organismo, hacer ejercicio suma gran valor. Pero lo que más pesa, es cómo asumimos el tránsito de la vida.
La solución requiere atravesar un proceso, una transformación, quizá corta o duradera. Es como la digestión, el estómago transforma los alimentos en sustancias que se absorben, asimilan o se expulsan en el organismo. Así el corazón, es el que digiere la belleza, porque de él emana vida o muerte.
«Dijo la anciana curandera:
… No duele el estómago, duele lo que el alma no digiere.
… No duele el corazón, duele la falta de amor. Y es precisamente él, el amor mismo, que contiene la más poderosa medicina.»
El drama emocional interno no expresado, que de eso hay un telar grande para tejer. Pero dejemos las chambritas para otra ocasión, que hoy nos ocupa la belleza. Concluyo con las palabras del poeta estadounidense Emerson « Aunque viajemos por todo el mundo para encontrar la belleza, hemos de llevarla con nosotros para poder encontrarla».